En la obra del biólogo molecular y coreógrafo francés Xavier Le Roy, el cuerpo tiene una mirada particular, lejos de una estética pura de la danza y más cercano a un entendimiento orgánico de sus límites y posibilidades.
Aquí un extracto de "Self Unfinished" (1998). La performance inicia con series de movimientos y ruidos mecanizados -que realiza el mismo coreógrafo-, y que luego desembocan en la generación de un cuerpo des-humanizado, mitad humano, mitad animal, mitad algún tipo de ser viviente.
José A. Sánchez en Cuerpos sobre blanco escribe sobre esta obra,
"El extrañamiento del propio cuerpo, la puesta del mismo al servicio de una singular entomología escénica provocaba en el espectador necesariamente, tal como los teóricos del extrañamiento habían anunciado a principios de siglo, una imagen nueva, en la que los límites entre el mundo orgánico, humano y maquinal se disolvían.
Cuando el intérprete invierte su posición, su cuerpo humano se hace invisible y nos ofrece una imagen de un ser otro: el público debe a su vez esforzarse en traducir sus impresiones para producir la imagen final, es decir, escribe o proyecta sobre el cuerpo del coreógrafo el contenido de la danza (inexistente). El cuerpo del coreógrafo no se desmaterializa para transformarse en imagen: a pesar de que en cierta dimensión de nuestra percepción, su cuerpo se haya vuelto invisible, en otra, su cuerpo sigue siendo visible. Es decir, vemos al mismo tiempo la imagen (el insecto), la pantalla (el cuerpo-imagen) y el sujeto (el cuerpo natural)." (Cuerpos sobre blanco, Cuenca 2003)
Según Le Roy, el no estar corporalmente preparado para la danza, le obliga y abre un campo de exploración diferente del movimiento. Tal vez es el campo de lo instintivo, del movimiento que brota de los espasmos eléctricos de nuestro inconsciente.
Sigue aquí en Guardian, una pequeña entrevista al coreógrafo.
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